De cómo cambié mi vida de ser un perdedor a un hombre con muchas mujeres…
Cuando tuve diez años me gustó mucho una chica llamada Amy.
Recuerdo que le pregunté a mi mamá, cuál es la mejor manera de poder ganarme a esa chica? Mi mamá me dijo: No la ofendas y sé simpático con ella.
Con ese consejo decidí que lo mejor sería dejarla de hablar por completo.
El mismo caso se volvió a repetir unos años más tarde. Me gustaba una chica y automáticamente dejaba de hablar con ella.
Al finalizar mi adolescencia me di cuenta de yo que tenía que arreglar ese problema.
Por eso pasé gran parte de mis veranos en una biblioteca, leyendo libros de autoayuda, libros sobre coqueteo y confianza para poder hablar con las chicas en el centro comercial.
Luego, cuando la escuela comenzó otra vez, yo ya había cambiado.
En la escuela había un tipo que decía que estaba con una modelo.
Mis amigos y yo nos reíamos de él, le decíamos mentiroso.
Hasta que un día él nos dijo: Ella va a estar en mi fiesta de cumpleaños si quieren conocerla, vayan.
Tuve tanta curiosidad que decidí asistir a la fiesta.
Cuando llegué a la casa de mi amigo, ella estaba allí. Era cierto lo que mi amigo nos dijo.
Ella era una modelo, pero no era su novia… por eso es que cuando yo la vi me enamoré enseguida.
Ella y yo empezamos a tener una aventura amorosa hasta que un día descubrí que tenía un novio.
Hice lo posible por querer separarlos, pero ella me dijo que no vale la pena hacer eso.
Sin embargo, continúe luchando y luchando por ese amor hasta que un día dejó de devolverme las llamadas hasta que desapareció.
Años más tarde. Cuando estuve en la universidad, tuve sexo con una gorda porque estaba desesperado.
A la mañana siguiente me sentí deprimido y repugnado hacia mi mismo.
Ese fue uno de los motivos por los cuales empecé a navegar en la red hasta que encontré a un grupo de hombres con problemas como los míos.
Empezamos a salir para conocer mujeres para mejorar nuestras habilidades.
Una noche fuimos a un restaurante y vimos a un grupo de hombres y mujeres, los hombres se veían rudos con las mujeres y a ellas parecía gustarles eso.
Así fue como me di cuenta de que los hombres sabían exactamente lo que estaban haciendo con las mujeres, pues las estaban manipulando emocionalmente.
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