CRUEL HOGTIE (3ª parte)

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Y chupo, chupo, chupo. Furiosa, frenéticamente, intentado por todos los medios terminar cuanto antes, esparciendo saliva sobre el púbis de mi torturador cada vez que mi frente impacta contra su estómago. 


Los músculos del cuello y de los labios me matan, pero la respiración agitada del dueño de la polla que estoy "adorando" me indica que ya está "a punto" y la desesperación me da ánimos para aumentar aún más el ritmo de mis succiones... 

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¡Necesito que se corra o no tendré fuerzas para empezar otra vez! De pronto, el músculo palpitante que llena mi boca se agita como un animal vivo y el fondo de mi garganta se inunda de un líquido caliente y espeso que me veo obligada a tragar sin remisión. Su sabor es fuerte y salado y se mezcla en mis papilas gustativas con el no menos desagradable de la pelota de goma que me amordazaba antes. 

Con un súbito espasmo y dos nuevas sacudidas que arrojan un nuevo chorro de esperma contra mi paladar, todo termina y mis labios se aprietan ya sobre algo fofo y decreciente.

Tras unos segundos, la polla sale de mi boca lenta y morosamente, como si el cabrón de su dueño no quisiera abandonar tan cálido y húmedo lugar. Mis ojos vendados no me permiten ver su cara, pero el suspiro de satisfacción es perfectamente audible. 

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¡Cabrón! Instintivamente, frunzo los labios para escupir el semen que queda dentro de mi boca.

Ah, no. ¡De eso nada, nena! Mi sabor no se escupe.

¿Qué? ¡No! ¡Mmmhhhh! ¡Mmmhhhggg!

Antes de que pueda reaccionar, vuelve a incrustarme la bola entre los dientes y con rápidas y hábiles manipulaciones ajusta de nuevo todas las correas del bozal dejándome igual que antes de obligarme a mamársela. Incluso vuelve a atar la hebilla de la nuca a mis pies obligándome a arquear la espalda y el cuello dolorosamente. 

Con un suspiro de resignación me trago el orgullo y los restos de esperma, e intento relajar en lo posible los agotados músculos de mis mandíbulas, aceptando la mordaza. Sin ánimo para más resistencia, colaboro con Él girando el torso para despegar mi aplastado pecho izquierdo del piso cuando empieza a manosearme sin ceremonias.

Esta claro que voy a seguir tirada en el suelo del garaje, desnuda, con la boca llena de semén y atada como una cerda hasta que mi novio lo decida.

FIN
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