Las Victimas Del Seductor

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Las víctimas del seductor: Los dieciocho tipos.
Todas las personas que te rodean son posibles víctimas de seducción, pero antes debes saber con qué tipo de víctima tratas. Las víctimas se clasifican según lo que creen que les falta en la vida: aventura, atención, romance, una experiencia osada, estimulación mental o física, etcétera. Una vez que identifiques su tipo, tienes los ingredientes necesarios para la seducción: serás quien les dé lo que les falta y no pueden obtener por sí mismas. Al estudiar a posibles víctimas, aprende a ver la realidad más allá de la apariencia. Una  persona   tímida podría   anhelar   ser estrella; una mojigata?, ansiar una emoción    transgresora. Nunca intentes seducir a alguien de tu mismo tipo.

TEORÍA DE LA VÍCTIMA.

Nadie en este mundo se siente pleno y completo. Todos sentimos algún vacío en nuestro carácter, algo que necesitamos o queremos ero que no podemos conseguir por nosotros mismos. Cuando nos enamoramos, por lo general es de alguien que parece llenar ese vacío. Este proceso suele ser inconsciente y depender de la fortuna: confiamos en que la persona indicada se cruzará en nuestro camino, y cuando nos enamoramos de ella esperamos que corresponda a nuestro amor. Sin embargo, el seductor no deja estas cosas al azar.


Examina a la gente que te rodea. Olvida su fachada social, sus rasgos de carácter obvios; ve más allá y fíjate en los vacíos, las piezas faltantes en su psique. ¡Esta es la materia prima de la seducción. Presta especial atención a su ropa, sus gestos, sus comentarios casuales, las cosas de su casa, ciertas miradas; hazla hablar de su pasado, en particular de sus romances. Y poco a poco saldrá a la vista el contorno de esas piezas faltantes. Comprende: las personas emiten constantes señales de lo que les falta. Anhelan plenitud, sea ilusoria o real; y si ésta tiene que venir de otro individuo, él ejerce tremendo poder en ellas. Podríamos llamarlas víctimas de la seducción, aunque casi siempre son víctimas voluntarias.


En este capítulo se describirán los dieciocho tipos de víctimas, cada uno de los cuales presenta una carencia dominante. Aunque tu objetivo bien podría revelar rasgos de más de un tipo, usualmente se asocian por una necesidad común. 



Alguien podría parecerte tanto nuevo mojigato como estrella en decadencia, pero lo común en ambos tipos es una sensación de represión y, en consecuencia, el deseo de ser osado, junto con el temor de no poder o no atreverse a hacerlo. Al identificar el tipo de tu víctima, ten cuidado de no engañarte con las apariencias. Lo mismo en forma deliberada que inconsciente, solemos desarrollar una fachada social específicamente ideada para disfrazar nuestras debilidades y carencias. Por ejemplo, tú podrías creer que tratas con alguien duro y cínico, sin darte cuenta de que en el fondo tiene un corazón muy sensible, y que en secreto suspira por romance. Y a menos que identifiques su tipo y las emociones que esconde bajo su rudeza, perderás la oportunidad de seducirlo. Más todavía: abandona el feo hábito de creer que otros presentan las mismas carencias que tú. Quizá implores confort y seguridad; pero si los das a otra persona porque supones que también los necesita, es muy probable que la asfixies y ahuyentes.
Jamás trates de seducir a alguien de tu mismo tipo. 

Serán como dos rompecabezas a los que les faltan las mismas piezas.


LOS DIECIOCHO TIPOS.

El libertino o la sirena reformados. Las personas de este tipo fueron alguna vez seductores despreocupados que hacían lo que querían con el sexo opuesto. Pero llegó el día en que se vieron obligados a renunciar a eso: alguien los acorraló en una relación, tropezaron con demasiada hostilidad social, se hicieron viejos y decidieron sentar cabeza. Cualquiera que haya sido la razón, puedes estar seguro de que experimentan cierto rencor y una sensación de pérdida, como si les faltara un brazo o una pierna. Siempre intentamos recuperar los placeres que vivimos en el pasado, pero esta tentación es particularmente grande para el Libertino o la sirena reformados, porque los placeres que hallaron en la seducción fueron intensos. Estos tipos están listos para su cosecha: basta que te cruces en su camino y les des la oportunidad de recobrar sus costumbres libertinas o de sirena. Les hervirá la sangre, y el llamado de su juventud los abrumará.


Sin embargo, es crucial hacer sentir a estos tipos que son ellos los que realizan la seducción. En el caso del libertino reformado, debes incitar su interés de modo indirecto, y luego dejarlo arder y rebosar de deseo. A la sirena reformada debes darle la impresión de que aún posee el irresistible poder de atraer a un hombre y de hacerlo dejar todo por ella. Recuerda que lo que les ofreces a estos tipos no es otra relación, otra restricción, sino la oportunidad de huir de su corral y divertirse un poco. No te desanimes si tienen pareja; un compromiso preexistente suele ser el complemento perfecto. Si lo que quieres es atraparlos en una relación, ocúltalo lo mejor que puedas y entiende que quizá eso no será posible. El libertino o la sirena es infiel por naturaleza; tu capacidad para incitar antiguas sensaciones te da poder, pero tendrás que vivir con las consecuencias de su irresponsabilidad.


La soñadora desilusionada. De niños, los individuos de este tipo probablemente pasaron mucho tiempo solos. Para entretenerse, inventaron una convincente vida de fantasía, nutrida por libros, películas y otros elementos de la cultura popular. Pero al crecer, cada vez les es más difícil conciliar su vida de fantasía con la realidad, así que a menudo les decepciona lo que tienen. Eso es particularmente cierto en las relaciones. Estos individuos soñaron con personajes románticos, peligros y emociones, pero lo que tienen es un amante con flaquezas humanas, las pequeñas debilidades de la vida diaria. Al paso de los años, podrían forzarse a transigir, pues de lo contrario se quedarían solos; pero bajo la superficie están amargados, y siguen ansiando algo grandioso y romántico.

Puedes reconocer a este tipo de víctima por los libros que lee y las películas que va a ver, la forma en que escucha cuando le cuentan , aventuras reales que algunos logran vivir. En su ropa y mobiliario se dejará ver un gusto por el drama o romance exuberante. A menudo está atrapado en relaciones monótonas, y ciertos comentarios aquí y allá revelarán su desilusión y tensión interior.
Estas personas pueden ser víctimas excelentes y satisfactorias. Primero, por lo general tienen una enorme pasión y energía reprimidas, que tú puedes liberar y dirigir hacia ti. También tienen mucha imaginación, y responderán a cualquier cosa vagamente misteriosa o romántica que les ofrezcas. Lo único que debes hacer es ocultar ante ellas algunas de tus cualidades menos elevadas, y concederles una parte de su sueño. Esta podría ser su oportunidad de hacer realidad sus aventuras o de ser cortejadas por un espíritu cortés. Si les das una parte de lo que quieren, ellas imaginarán el resto. No permitas por ningún motivo que la realidad destruya la ilusión que has creado. Un momento de mezquindad y esta gente se irá, más amargamente desilusionada que nunca.

La alteza, mimada. Estas personas fueron las clásicas niñas consentidas. Un padre o madre amantísimos satisfacían todos sus gustos y deseos: diversiones interminables, un desfile de juguetes, cualquier cosa que los tuviera felices uno o dos días. Mientras que muchos niños aprenden a entretenerse solos, inventando juegos y buscando amigos, a las altezas mimadas se les enseña que los demás están para divertirlas. Tantas contemplaciones las vuelven perezosas, y cuando crecen y el padre o la madre ya no está ahí para consentirlas, tienden a aburrirse y alterarse. Su solución es buscar placer en la variedad, Basar rápidamente de una persona a otra, un trabajo a otro, un lugar a otro antes de que aparezca el aburrimiento. Las relaciones no les sientan bien, porque en ellas son inevitables el hábito y la rutina. 

Pero su incesante búsqueda de variedad les cansa, y tiene un precio: problemas de trabajo, una sarta de romances insatisfactorios, amigos dispersos por todo el mundo. No confundas su inquietud e infidelidad con la realidad: lo que el príncipe o la princesa mimados en verdad buscan es una persona, la figura paterna o materna, que les siga dando los mimos que imploran.


Para seducir a este tipo de víctima, prepárate para brindar mucha distracción: nuevos lugares por visitar, experiencias inusitadas, color, espectáculo. Tendrás que mantener un aire de misterio, sorprendiendo sin cesar a tu objetivo con un nuevo lado de tu carácter. La variedad es la clave. Una vez que las altezas mimadas caen en la trampa, es más fácil lograr que dependan de ti y reduzcas tu esfuerzo. A menos que los mimos de la infancia lo haya vuelto demasiado pesado y perezoso, este tipo es una víctima excelente: te será, tan leal como alguna vez lo fue con mamá o papá. Pero tú tendrás que hacer gran parte del trabajo. Si buscas una relación prolongada, ocúltalo. Ofrece a una alteza mimada seguridad a largo plazo e inducirás una huida de pánico. Reconoce a este tipo por la turbulencia de su pasado —cambios de trabajo, viajes, relaciones de corto plazo— y por el aire de aristocracia, más allá de la clase social, que se desprende de haber sido tratado alguna vez a cuerpo de rey.

La nueva mojigata. La mojigatería sexual todavía existe, aunque es menos común que antes. Pero la gazmoñería no se reduce al sexo; un mojigato es alguien demasiado preocupado por las apariencias, por lo que la sociedad considera conducta apropiada y aceptable. Los mojigatos permanecen dentro de los estrictos límites de lo correcto, porque temen más que nada al juicio de la sociedad. Vista bajo esta luz, la mojigatería es hoy tan frecuente como siempre. Al nuevo mojigato le preocupan sobremanera las normas de bondad, justicia, sensibilidad política, buen gusto, etcétera. Pero lo que caracteriza al nuevo mojigato tanto como al antiguo es que en el fondo le excitan e intrigan los vergonzosos placeres transgresores. Atemorizado por esta atracción, corre en sentido contrario, y se vuelve el más correcto de todos. Tiende a vestir con colores apagados; jamás correría riesgos de moda, desde luego. Puede ser muy sentencioso y crítico de quienes asumen riesgos y son menos correctos. También es adicto a la rutina, lo que le proporciona un medio para aplastar su turbulencia interior.


A los nuevos mojigatos les oprime en secreto su corrección y anhelan transgredir. Así como los mojigatos sexuales pueden ser magníficos objetivos para un libertino o una sirena, el nuevo mojigato se sentirá muy tratado por alguien con un lado peligroso o atrevido. Si deseas a una persona de este tipo, no te engañes por sus juicios sobre ti o sus críticas. Ésta es sencillamente una señal de lo mucho que la fascinas: estás en su mente. De hecho, a menudo podrás atraerla a la seducción si le das la oportunidad de criticarte, o hasta de intentar reformarte. No te tomes a pecho nada de lo que diga, por supuesto, pero tendrás la excusa perfecta para pasar tiempo con ella, y a los nuevos mojigatos puedes seducirlos con tu simple contacto. Este tipo es en realidad una víctima excelente y gratificante. Una vez que lo animas y logras que se desprenda de su corrección, el sentimiento y la energía lo inundan. Incluso podría arrollarte. Tal vez tenga una relación con alguien tan aburrido como él: no te desalientes. Simplemente está dormido, a la espera de que lo despierten.


La estrella en decadencia. Todos queremos atención, brillar, pero en la mayoría de nosotros estos deseos son fugaces y fáciles de enmudecer.
El problema de las estrellas en decadencia es que en cierto momento de su vida se vieron convertidas en el centro de la atención —quizá fueron bellas, encantadoras y bulliciosas; tal vez fueron atletas, o tuvieron otro talento—, pero esos días se han ido ya. Podría parecer que han aceptado esto, pero el recuerdo de haber brillado una vez es difícil de superar. En general, dar la impresión de desear atención, de tratar de destacar, no es bien visto por la buena sociedad o en los centros de trabajo. Así que para llevar las cosas en paz, las estrellas en decadencia aprenden a aplastar sus deseos; pero al no obtener la atención que creen merecer, se vuelven rencorosas. Puedes reconocerlas por ciertos momentos de descuido: de repente reciben atención en un escenario social, y eso las hace brillar; mencionan sus días de gloria, y un pequeño destello titila en sus ojos; un poco de vino en el sistema, y se ponen eufóricas.


Seducir a este tipo es simple: sólo vuélvelo el centro de atención. Cuando estés con él, actúa como si fuera una estrella y te deleitaras en su fulgor. Hazlo hablar, en particular de sí mismo. En situaciones sociales, apaga tus colores y déjalo parecer divertido y radiante en comparación. En general, juega al encantador. La recompensa de seducir a estrellas en decadencia es que despiertas emociones intensas. Ellas se sentirán sumamente agradecidas contigo por dejarlas resplandecer. 

Cualquiera que sea el grado en se hayan sentido aniquiladas y frustradas, aliviar ese dolor libera pasión y fuerza, en dirección a ti. Se enamorarán locamente. Si tú mismo tienes tendencias de estrella o dandy, sería recomendable que evitaras a estas víctimas. Tarde o temprano esas tendencias saldrán a la luz, y la competencia entre ustedes será desagradable.
La principiante. Lo que distingue a los principiantes de los jóvenes inocentes ordinarios es que son fatalmente curiosos. Tienen escasa o nula experiencia del mundo, pero han sido expuestos a él de segunda mano, en periódicos, películas, libros. Puesto que consideran su inocencia una carga, ansían que se les inicie en los usos del mundo. Todos los juzgan dulces e inocentes, pero ellos saben que no es así: no pueden ser tan angelicales como la gente cree.
Seducir a un principiante es fácil. Pero hacerlo bien requiere un poco de arte. A los principiantes les interesan las personas con experiencia, en particular con un toque de depravación y maldad. Da demasiada fuerza a ese toque, no obstante, y los intimidarás y asustarás. Lo que ofrece mejores resultados con un principiante es una combinación de cualidades. Tú mismo debes ser un tanto infantil, de espíritu travieso. Simultáneamente, debe quedar claro que posees honduras ocultas, aun siniestras. (Este fue el secreto del éxito de Lord Byron con tantas mujeres inocentes.) Inicias a tus principiantes no sólo sexual, sino también experiencial mente, exponiéndolas a nuevas ideas, llevándolos a nuevos lugares, nuevos mundos tanto literales como metafóricos. No vuelvas inquietante ni sórdida la seducción; todo debe ser romántico, aun el lado malo u oscuro de la vida. 

Los jóvenes tienen sus ideales; es mejor iniciarlos con un toque estético. El lenguaje seductor obra maravillas en los principiantes, como lo hace la atención a los detalles. Espectáculos y eventos coloridos apelan a sus sentidos delicados. Son fáciles de engañar con estas tácticas, porque carecen de experiencia para adivinar sus auténticos fines.
A veces son algo mayores y ya han sido educados, al menos un poco, en los usos del mundo. Pero fingen inocencia, porque advierten el poder que ésta tiene sobre las personas maduras. Estos son entonces principiantes afectados, conscientes del juego que practican, pero principiantes al fin. 

Quizá sea menos fácil engañarlas que a los principiantes puros, pero la manera de seducirlos es casi la misma: combina inocencia y depravación y los fascinarás.
El conquistador. Los individuos de este tipo poseen un inusual monto de energía, que les resulta difícil controlar. Invariablemente están al acecho de personas por conquistar, obstáculos por vencer. No siempre los recorrerás por su aspecto: en situaciones sociales podrían parecer algo tímidos, y tener cierto grado de reserva. No te fijes en sus palabras o su apariencia, sino en sus actos, en el trabajo y las relaciones. Aman el poder, y lo consiguen a como dé lugar.


Los conquistadores tienden a ser emotivos, pero su emoción sólo brota en arranques, cuando se les presiona. En materia de romance, lo peor que puedes hacer con ellos es tumbarte y ser presa fácil; podrían sacar provecho de tu debilidad, pero pronto te desecharán y saldrás perdiendo. Debes darles la oportunidad de ser agresivos, de vencer alguna resistencia u obstáculo, antes de que piensen que te han abrumado. Tienes qué concederles una experiencia de caza satisfactoria. Ser un poco difícil o irritable, servirte de la coquetería, funcionará con frecuencia. 

No te acobardes por su agresividad y energía; esto es justo de lo que puedes sacar partido. Para ablandarlos, déjalos embestir una y otra vez, como toros. Se debilitarán al cabo, y se volverán dependientes, tal como Napoleón se volvió esclavo de Josefina.


El conquistador suele ser hombre, pero también hay muchas conquistadoras: Lou Andreas-Salomé y Natalie Barney están entre las más famosas sin embargo, las conquistadoras sucumbirán a la coquetería, igual que ellos.
La fetichista exótica. A la mayoría nos excita e intriga lo exótico. Lo que distingue a los fetichistas exóticos del resto de nosotros es el grado de ese interés, que parece gobernar todas las decisiones de su vida. La verdad es que sienten un vacío interior y tienen una fuerte dosis de autodesprecio. Les desagrada de dónde vienen, su clase social (usualmente media o alta) y su cultura, porque se desagradan a sí mismos.

Este tipo es fácil de reconocer. Le gusta viajar; su casa está llena de objetos de lugares remotos; fetichiza la música o arte de esta o aquella cultura extranjera. Suele tener una fuerte vena rebelde. Evidentemente, la vía para seducirlo es ponerte como exótico; si no pareces proceder al menos de un medio o raza diferente, o tener un aura extraña, no te tomes la molestia. Pero siempre es posible acentuar lo que te vuelve exótico, convertirlo en una especie de teatro para divertir a esta persona. 

Tu ropa, tus cosas, aquello de lo que hablas, los lugares donde la llevas pueden hacer ostentación de tu diferencia. Exagera un poco y ella imaginará el resto, porque este tipo tiende a autoengañarse. Aun así, los fetichistas exóticos, no son particularmente buenos como víctimas. Sea cual fuere tu exotismo, pronto les parecerá banal, y querrán algo más. Será una batalla sostener su interés. También su inseguridad de fondo te mantendrá en vilo.


Una variación de este tipo es el hombre o mujer atrapado en una relación sofocante, una ocupación banal, o bien, una ciudad sin alicientes. Es su circunstancia, a diferencia de una neurosis personal, lo que hace que estos individuos fetichicen lo exótico; y estos fetichistas exóticos son mejores víctimas que el tipo que se desprecia a sí mismo, porque puedes ofrecerles un escape temporal de lo que los oprime. Nada, sin embargo, ofrecerá a los verdaderos fetichistas exótico un escape de sí mismos.
La reina del drama. Hay personas que no pueden vivir sin un constante drama en su existencia: es su manera de no aburrirse. El mayor error que puedes cometer al seducir a las reinas del drama es llegar prodigando estabilidad y seguridad. Esto sólo hará que salgan corriendo.  Muy a menudo, las reinas del drama (y hay muchos hombres en esta categoría) disfrutan de hacerse las víctimas. Quieren algo de qué quejarse, les gusta sufrir. Sufrir es una fuente de placer para ellas. En esta coyuntura, tienes que estar dispuesto a y en condiciones de impartir el nido trato mental que la persona desea. Esta es la única manera de seducirla a fondo. Tan pronto como te vuelvas amable, ella encontrará alguna razón para pelear o deshacerse de ti.


Reconocerás a las reinas del drama por el número de personas que las han herido, las tragedias y traumas que las han agobiado. En un caso extremo, pueden ser muy egoístas y antiseductoras, pero en su mayoría son relativamente inofensivas y serán magníficas víctimas si puedes vivir con el sturm und drang. Si por alguna razón quieres algo a largo plazo, tendrás que inyectar constante drama en tu relación. 

Esto puede ser para algunos un reto apasionante y fuente de continua renovación de la relación. Sin embargo, deberías ver un vínculo con una reina del drama como algo efímero y sólo una forma de dar un poco de teatralidad a tu vida.
El profesor. Este tipo no puede salir de la trampa de analizar y criticar todo lo que se cruza en su camino. Su mente está hiperdesarrollada y sobrestimulada. Aun si habla de amor o sexo, lo hace con enorme reflexión y análisis. Habiendo desarrollado su mente a expensas de su cuerpo, muchas personas de esta categoría se sienten físicamente inferiores, y lo compensan imponiendo su superioridad mental a los demás. Su conversación suele ser burlona o irónica; nunca sabes bien a bien qué dicen, pero sientes que te miran desde arriba. Les gustaría huir de su cárcel mental, les agradaría lo puramente físico, sin análisis, pero no pueden alcanzarlo por sí solas. 

Los profesores a veces establecen relaciones con profesoras, o con personas a las que pueden tratar como inferiores. Pero en el fondo anhelan que alguien los desborde con su presencia física: un libertino o una sirena, por ejemplo.


Los profesores pueden ser víctimas excelentes, porque bajo su fortaleza intelectual subyacen corrosivas inseguridades. Hazlos sentir Don Juanes o sirenas, aun en grado mínimo, y serán tus esclavos. Muchos tienen una vena masoquista que saldrá a la luz una vez que despiertes sus dormidos sentidos. Ofreces un escape de la mente, así que complétalo bien: si tú mismo tienes tendencias intelectuales, escóndelas. Sólo alborotarán el ánimo competitivo de tu objetivo y pondrán a trabajar su cabeza. Deja que tus profesores conserven su sensación de superioridad mental, que te juzguen. Sabrás qué intentan ocultar: que eres quien está al control, porque les das lo que nadie más puede: estimulación física.


La bella. Desde muy temprana edad, la bella es mirada por todos. El deseo de verla de los demás es la fuente de su poder, pero también de mucha infelicidad: ella está constantemente preocupada de que sus poderes mengüen, de no atraer más la atención. Si es honesta consigo, también cree que ser adorada únicamente por su apariencia es monótono e insatisfactorio —y causa de su soledad. La belleza intimida a muchos hombres, y prefieren venerarla de lejos; a otros les atrae, pero no precisamente para conversar. La bella sufre de aislamiento.


Como padece tantas carencias, la bella es relativamente fácil de seducir; y si esto resulta, te habrás hecho no sólo de una adquisición muy preciada, sino también de alguien que dependerá de lo que le des. Lo más importante en esta seducción es valorar las partes de la bella que nadie aprecia: su inteligencia (generalmente mayor de lo que la gente imagina), sus habilidades, su carácter. Claro que también deberás idolatrar su cuerpo —no puedes ocasionar inseguridades justo en el área que ella sabe que es su mayor fortaleza, y de la que más depende—, pero adora asimismo su mente y su alma. La estimulación intelectual surtirá efecto en la bella, pues la distraerá de sus dudas e inseguridades, y dará la impresión de que valoras ese lado de su personalidad.


Dado que siempre es mirada, la bella tiende a ser pasiva. Pero su pasividad suele esconder frustración: le gustaría ser más activa, y cazar un poco ella misma. Algo de coquetería puede funcionar en este caso: en cierto momento de tu adoración, podrías volverte un poco frío, invitándola a perseguirte. Enséñala a ser más activa y tendrás una víctima excelente. La única desventaja es que sus muchas inseguridades requieren constante atención y cuidado.
El niño viejo. Algunas personas se niegan a crecer. Quizá temen a la muerte o la vejez; tal vez están apasionadamente apegadas a la vida que llevaron de niñas. A disgusto con la responsabilidad, se empeñan en convertirlo todo en juego y recreación. Como veinteañeras pueden ser encantadoras, como treintañeras interesantes; pero cuando llegan a los cuarenta, comienzan a decaer.


Contra lo que podrías imaginar, un niño viejo no desea involucrarse con otro, aunque podría parecer que la combinación aumenta las posibilidades de juego y frivolidad. El niño viejo no quiere competencia, sino una figura adulta. Si deseas seducir a este tipo, tendrás que estar preparado para ser el serio y responsable. Esto podría semejar una extraña manera de seducir, pero en este caso da resultado. Debes dar la impresión de que el espíritu juvenil del niño viejo te agrada (sería útil que en verdad fuera así); debes poder compaginar con esto, pero seguir siendo al mismo tiempo el adulto indulgente. Al ser responsable, dejas al niño en libertad de jugar. Actúa de lleno como adulto cariñoso, sin juzgar ni criticar nunca su conducta, y se formará un fuerte lazo. Los niños viejos pueden ser divertidos un rato, pero, como todos los niños, suelen ser muy narcisistas. Esto limita el placer que es posible tener con ellos. Veelos como una diversión de corto plazo, o una salida temporal para tus frustrados instintos parentales.

El salvador. A menudo nos atraen personas que parecen vulnerables o débiles; su tristeza o depresión puede ser en efecto muy seductora. Sin embargo, hay personas que llevan esto mucho más lejos, pues aparentemente sólo les atrae la gente con problemas. Esto podría parecer noble, pero los salvadores suelen tener motivos complicados: con frecuencia poseen una naturaleza sensible y realmente desean ayudar. Al mismo tiempo, resolver los problemas de la gente les da una especie de poder, que disfrutan; los hace sentir superiores y al mando. Esta es también la manera perfecta de distraerse de sus propios problemas. 

Reconocerás a este tipo por su empatía: sabe escuchar e intenta lograr que te abras y hables. Notarás asimismo que tiene un largo historial de relaciones con personas dependientes y conflictivas.


Los salvadores pueden ser víctimas excelentes, en particular si te agrada la atención cortés o maternal. Si eres mujer, haz de damita en apuros, y darás a un hombre la oportunidad que muchos ansían: actuar como caballero. Si eres hombre, haz de muchacho incapaz de enfrentar este mundo cruel; una salvadora te colmará de atenciones maternales, obteniendo la satisfacción adicional de sentirse más poderosa y al mando que los hombres. Un aire de tristeza atraerá a uno u otro género. Exagera tus debilidades, pero no con palabras o gestos explícitos; que sientan que has recibido muy poco amor, que has tenido una sarta de malas relaciones, que la vida te ha tratado mal. 

Habiendo atraído a tu salvador con la oportunidad de ayudarte, podrás atizar el fuego de la relación con un suministro permanente de necesidades y vulnerabilidades. También puedes invitar la salvación moral: eres malo. Has hecho cosas malas. Necesitas una mano dura pero bondadosa. 

En este caso, el salvador sentirá superioridad moral, pero también la emoción vicaria de relacionarse con un sinvergüenza.
El disoluto. Este tipo se ha dado la gran vida y experimentado muchos placeres. Probablemente tiene, o tuvo, mucho dinero para financiar su vida hedonista. Por fuera tiende a parecer cínico y hastiado, pero su sofisticación suele ocultar un sentimentalismo que él se ha empeñado en reprimir. Los disolutos son seductores consumados, pero hay un tipo que puede seducirlos con facilidad: el joven e inocente. De grandes, añoran su juventud perdida; al extrañar su inocencia malograda mucho tiempo atrás, empiezan a codiciarla en otros.


Si quieres seducirlos, es probable que debas ser joven aún y hayas conservado al menos la impresión de inocencia. Es fácil acentuarla: haz alarde de tu escasa experiencia del mundo, de que sigues viendo las cosas como un niño. También es bueno hacer creer que te resistes a las insinuaciones de los disolutos: considerarán vivificador y apasionante perseguirte. Incluso podrías fingir que repugnas o desconfías de ellos; esto en verdad los espoleará. Al ser quien se resiste, eres tú el que controla la dinámica. Y como tienes la juventud que a ellos les falta, puedes mantener la delantera y hacer que se enamoren perdidamente. A menudo serán susceptibles a enamorarse así, porque han aplastado sus tendencias románticas tanto tiempo que cuando revientan, pierden el control. Nunca cedas demasiado pronto, y jamás bajes la guardia; este tipo puede ser peligroso.

El idólatra. Todos sentimos una carencia interior, pero los idólatras tienen un vacío más grande que la mayoría. Como no pueden sentirse satisfechos consigo mismos, van por el mundo en busca de algo que adorar, con lo que llenar su vacío interno. Esto suele asumir la forma de un gran interés en cuestiones espirituales, o en una causa que valga la pena; al concentrarse en algo supuestamente elevado, se distraen de su vacío, de lo que les desagrada en sí mismos. Los idólatras son fáciles de identificar: dirigen toda su energía a una causa o religión. Con frecuencia deambulan durante años, pasando de un culto a otro. La manera de seducir a este tipo es volverse simplemente su objeto de adoración, ocupar el lugar de la causa o religión a la que está tan consagrado. Quizá al principio tendrás que dar la impresión de compartir su interés espiritual, sumándote a su culto, o tal vez exponiéndolo a una nueva causa; pero más tarde la sustituirás. Ante este tipo debes ocultar tus defectos, o al menos darles lustre de piedad. Sé banal y los idólatras pasarán de largo. 

Refleja en cambio las cualidades que ellos aspiran tener, y poco a poco transferirán a ti su veneración. Mantén todo en un plano elevado: que romance y religión se fundan.

Toma en cuenta dos cosas al seducir a este tipo. Primero, tiende a poseer una mente hiperactiva, lo que puede volverlo muy desconfiado. Como suele carecer de estimulación física, y como ésta lo distraerá, dale un poco: una excursión a las montañas, un viaje en lancha o sexo funcionará. Pero eso implicará mucho trabajo, porque su mente siempre está en operación. Segundo, a menudo padece de baja autoestima. No intentes aumentarla; él adivinará tus intenciones, y tu esfuerzo por elogiarlo chocará con su concepto de sí. Es él quien debe adorarte, no tú a él. Los idólatras son víctimas muy adecuadas a corto plazo, pero su incesante necesidad de indagación los llevará a buscar finalmente algo nuevo que reverenciar.

El sensualista. Lo que caracteriza a este tipo no es su amor al placer, sino la febrilidad de sus sentidos. A veces muestra esta cualidad en su aspecto: su interés en la moda, el color, el estilo. Pero a veces eso es más sutil: como él es tan sensible, suele ser muy tímido, y no se atreverá a destacar o ser extravagante. Lo reconocerás por lo receptivo que es a su medio, por no poder estar en una habitación sin luz solar, porque lo deprimen ciertos colores o se agita con ciertos aromas. Pero ocurre que este tipo vive en una cultura que desestima la experiencia sensual (con excepción quizá del sentido de la vista). Así que lo que al sensualista le falta son justo suficientes experiencias sensuales por apreciar y disfrutar.


La clave para seducirlo es apuntar a sus sentidos, llevarlo a lugares bellos, prestar atención a los detalles, envolverlo en espectáculos y usar por supuesto muchos señuelos físicos. Los sensualistas son animales, pueden ser incitados con colores y fragancias. Apela a tantos de sus sentidos como sea posible, para mantener distraídos y débiles a tus objetivos. La seducción de una sensualista suele ser fácil y rápida, y puedes usar una y otra vez la misma táctica para mantenerlo interesado, aunque convendrá que varíes un poco tus atracciones sensuales, de especie, si no es que de calidad. Así fue como Cleopatra influyó en Marco Antonio, un inveterado sensualista. Este tipo puede ser una espléndida víctima, porque es relativamente dócil si le das lo que desea.

El líder solitario. Los poderosos no necesariamente son diferentes a los demás, pero se les trata diferente, y esto tiene un fuerte efecto en su personalidad. Los individuos que los rodean tienden a ser aduladores y cortesanos, a tener un interés, a querer algo de ellos. Esto los vuelve suspicaces y desconfiados, y un poco duros a primera vista, pero no confundas la apariencia con la realidad: los líderes solitarios ansían ser seducidos, que alguien rompa su aislamiento y los avasalle. El problema es que la mayoría de la gente se amilana demasiado ante ellos para intentarlo, o usa la índole de táctica —halagos, encanto— que ellos prefiguran y desprecian. Para seducir a este tipo, lo mejor es actuar como su igual, o incluso su superior, y con la clase de trato que nunca recibe. Si eres franco con él, parecerás auténtico, y eso le agradará: te interesa tanto que eres honesto, quizá aun con cierto riesgo. (Ser franco con los poderosos puede ser peligroso.) Los líderes solitarios se pondrán emotivos si se les inflige cierto dolor, seguido de ternura.

Este es uno de los tipos más difíciles de seducir, no sólo por su suspicacia, sino también porque su mente está llena de preocupaciones y responsabilidades. Tiene menos espacio mental para la seducción. Deberás ser paciente y astuto, llenando lentamente su cabeza de ti. Sin embargo, triunfa y obtendrás inmenso poder, porque en su soledad él terminará por depender de ti.

El género flotante. Todos tenemos una combinación de masculinidad y feminidad en nuestro carácter, pero la mayoría aprendemos a desarrollar y exhibir el lado socialmente aceptable, mientras reprimimos el otro. Los individuos del tipo género flotante sienten que la separación de los sexos en esos distintos géneros es una carga. A veces se cree que son homosexuales reprimidos o latentes, pero es un malentendido: bien pueden ser heterosexuales, pero sus lados masculino y femenino fluctúan continuamente; y como esto puede desconcertar a otros si lo muestran, aprenden a reprimirlo, llegando quizá a uno de los extremos. En realidad les gustaría poder jugar con su género, dar plena expresión a ambos lados. 

Muchas personas pertenecen a este tipo sin que sea evidente: una mujer puede tener energía masculina, un hombre un desarrollado lado estético. No busques señales obvias, porque este tipo suele encubrirse y mantenerse en secreto. Esto lo vuelve vulnerable a una seducción intensa.


Lo que el tipo del género flotante realmente busca es otra persona de género incierto, su equivalente del sexo opuesto. Muéstrale eso en tu presencia y podrá relajarse, expresar el lado reprimido de su carácter. Si tú tienes la misma afición, éste es el único caso en que lo mejor sería seducir a una persona de tu mismo tipo del sexo opuesto. Cada cual agitará deseos reprimidos en el otro, y tendrá de repente la libertad de explorar toda clase de combinaciones de género, sin temor a ser juzgado. Si no eres de género flotante, deja en paz a este tipo. 

Sólo lo inhibirás y le causarás más molestias.



Un nuevo amor espera por ti



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