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SECUESTRO EN CASA Parte 1
Es de día, Diana lo nota porque, al despertar tras la noche tranquila que ha pasado y en la duerme vela del despertar, nota que la venda de los ojos se ha movido y a través de la ventana cerrada por la persiana, se ve la luz del sol.
Las manos siguen a la espalda y sujetas por las esposas. Rebulle en la cama y se levanta con cuidado, descalza y desnuda se acerca a la puerta, de espaldas a ella intenta abrirla, cosa que consigue pero al mirar al suelo ve un papel escrito, cierra la puerta y se agacha a leerlo.
"Ve al servicio para aliviarte y lavarte, luego vuelve aquí, ponte en la puerta y espera dandole la espalda. Si quieres gozar"
- Que fuerte ¿estaba el secuestrador en casa?
- Si, pero te recuerdo que era una secuestradora, seguro.
Diana obedece, en el servicio se alivia y aprovecha para darse una ducha sin mojarse el pelo, eso si. Se seca como puede.
Duda entre ponerse algo o no, pero decide quedarse desnuda, a la espera de ver Qué le tiene preparada su secuestradora, porque está seguro de que es una mujer la que anoche le habló.
Y sigue las instrucciones, se sitúa en la puerta de espaldas a ella, segura de que es una treta para que no vea la cara de la secuestradora. Cosa que es así, siente que la puerta se abre, y las manos de la secuestradora le ponen otra venda en los ojos.
Con la venda puesta la secuestradora la hace girar y tirando de ella la lleva a la cocina, donde la sienta en una de las sillas para darle el desayuno. -
Que tía mas considerada, hasta te da el desayuno. después de acabar de comer, la intrusa recoge la mesa, hace levantar a Diana y la sienta en ella, con la llave abre las esposas.
La mujer ciega se deja hacer, la intrusa la hace tumbar, acerca un brazo a una de las esquinas de la mesa y le ata la muñeca a una de las patas, lo mismo hará con la otra muñeca y con los tobillos, de modo que ahora se encuentra atada con las extremidades en cruz.
Pasa un tiempo, la mujer atada espera, finalmente la intrusa se acerca, y se dedica un tiempo largo a recorrerla con los labios, de extremo a extremo, empezando por una mano, siguiendo por el brazo, el pecho de ese lado, el torso, la pierna contraria, el pie.
Y vuelta a empezar por la otra diagonal, así un rato, hasta que se centra en la boca de la mujer de la mesa. Para entonces el jadeo de éxtasis de la mujer es bastante acusado. Al beso de la intrusa responde la atada con otro beso húmedo, entrechocar de lenguas. Mano que soba un pecho. Mano que recorre el sexo.
Dedos que son introducidos. La intrusa se separa, Diana se mueve para buscarla y seguir excitada, tarda poco porque la secuestradora se ha desplazado para atacar el sexo de la mujer en la mesa, cosa que hace casi violentamente con la boca, la atada sube rápidamente a la cima y lo demuestra con un gemido sonoro que hace que la atacante se demore un instante breve, el tiempo de contemplar Cómo la chica se remueve entre las cuerdas.
Nuevamente la intrusa se mueve. Diana nota Cómo algo suave y piloso contacta con su pie izquierdo, es el sexo de la atacante, la chica mueve el pie para acariciarlo y logra introducir el dedo en el orificio, pero eso dura poco tiempo porque la intrusa se desplaza hasta hacer que la mano atada contacte con su sexo, y allí permanece.
La atada sabe lo que la otra mujer espera, y no tarda en atacar a su vez con la mano amarrada el sexo de su secuestradora. Manosea hasta localizar el mágico botón, y lo ataca como puede, humedeciéndose los dedos con la humedad de la otra mujer, frotando y amasando.
Y ocurre algo inevitable, la intrusa jadea hasta que en un largo gemido llega al culmen. Diana lo oye y se excita más, desea seguir dandole placer y recibirlo.
- ¿llamaron por teléfono?
- Si, Ana, era Pedro.
CONTINUARÁ. . .
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