SI AUN NO HAS VISTO LAS PARTES 1 Y 2 DA CLICK ABAJO:
- Que fuerte, Diana, jugar con tu secuestrador.
- Ya, Ana, pero es que me apetecía y como sabía que el secuestrador tenía la intención de que lo pasara bien, se me ocurrió sobre la marcha contraatacar.
Diana nota que el secuestrador se ha apartado de su lado y parece ir fuera del dormitorio. Pasa un tiempo, de relax para ella.
Al final escucha que vuelve el secuestrador, siente su mano en la entrepierna, ¡otra vez acariciándola! ¡otra vez que se excita! Efectivamente, su sexo segrega sus fluidos como para recibir al intruso.
Lo que recibe es otra cosa, algo liso, recto y duro ¡un consolador!, el intruso lo ha introducido hasta el fondo, y al final hay algo en contacto con su botoncito, el aparato tiene dos terminales, uno ataca su clítoris, otro queda introducido en su interior.
Un pequeño tirón en el aparato y éste se pone a vibrar suavemente. El intruso se aparta. Un cosquilleo llega desde dos puntos, su interior vaginal y su exterior clitoriano, empieza suave, pero, al cabo del tiempo, se convierte en una sensación muy placentera, tanto que Diana alcanza otro orgasmo.
El intruso lo ha notado, pero debe querer retrasarlo ya que en plenos espasmos, otro tirón en el aparato y lo deja en un leve ronroneo. El subidón se pasa y se convierte en una comezón constante que seguro que la hará alcanzar otro clímax.
El intruso se va. Diana lo oye trajinar en la cocina, cacharros, encender la vitrocerámica, etc. Se pregunta ¿que hace? ¿la cena? No lo sabe cuando le alcanza otro clímax que hace que se arquee entre las cuerdas, como está sola los espasmos son muy seguidos, lo que la hace gritar de placer y de impotencia ya que el aparato no cesa su vibración.
El secuestrador la ha oído, ya que viene al dormitorio y apaga el aparato, pero se lo deja metido.
- Yo alucino ¿Te hizo la cena?
- Como te lo digo, y menos mal porque ya tenía una hambre...
El secuestrador vuelve a la habitación, trastea por las piernas de Diana hasta desatarlas, y la hace ponerse en pie, un gesto para que despegue un pie del suelo para ¿pasarle unas bragas? Pues si, el intruso le está vistiendo unas bragas.
Ahora le hace andar hacia la cocina, otro gesto para que se siente en una de las sillas de la cocina.
A su nariz le llega el inconfundible olor de una tortilla simple, alimento que poco a poco hace que se coma, a la vez que le acerca un vaso de agua para que beba. La cena la acaba con una pieza de fruta. ¡Que considerado! después, Diana escucha comer en silencio al secuestrador, recoger la mesa y dejar los cacharros en el fregadero.
Ahora la obliga a levantarse, y la lleva hacia la mesa. Un gesto con las piernas y Diana tiene que abrir las suyas. Mas cuerdas y los tobillos quedan unidos a las patas de la mesa, una cuerda por la cintura hace que pegue el cuerpo a la mesa e incline el torso hasta apoyar los senos en la mesa.
En esa postura el secuestrador mete una mano por las bragas de la mujer mientras con la otra le acaricia las tetas, logrando excitarla de nuevo.
Ahora mantiene abierta las bragas y siente la entrada en su sexo del aparato del secuestrador, y el vaivén siguiente. El intruso la está penetrando al tiempo que utiliza las manos para agarrarla de los senos. Por supuesto Diana no tarda en correrse.
- ¿Y te acostó?
El secuestrador vuelve a desatar los tobillos de la mujer, la hace andar otra vez al cuarto de baño, le baja las bragas y la hace sentar en el inodoro para que se alivie. Luego de limpiarla la levanta, tira de la cisterna y la lleva al dormitorio.
Allí desata las cuerdas que rodean las tetas de la mujer y abre las sabanas. Luego la echa boca abajo, desata las cuerdas de las muñecas y las sustituye por unas esposas, le da la vuelta y echa las sabanas por encima del cuerpo desnudo de la mujer.
Luego le da un beso largo y cálido en la boca. después asegura la venda de los ojos, apaga la luz
"Buenas noches" dice Diana.
"Buenas noches" dice la intrusa al salir.
- ¿Una mujer?
- Eso me pareció.
La secuestrada sólo escucha sus pasos dirigiéndose al salón. Luego se queda dormida.
CONTINUARÁ. . .
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