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SECUESTRO EN CASA PARTE 1
La puerta del armario se abre, y unas manos la agarran de las piernas y hacen que las apoye en el suelo del dormitorio, luego el secuestrador la ase por las axilas para terminar de sacarla.
Diana solo alcanza a murmurar sonidos ininteligibles por debajo de la mordaza. De nuevo el secuestrador la alza por las axilas, y esta vez nuestra chica se concentra en oler, a ver si adivina quien es su secuestrador, cosa que no alcanza a conocer ya que el perfume que emana del secuestrador no le dice nada acerca de él, no es un olor que pueda identificar, sólo cree que huele a deseo, y eso la excita mas.
Entretanto el secuestrador la ha subido a la cama,
espera ¿que hace? - Diana ¿Y te llevó al servicio?
Que secuestrador más considerado.
Ella nota que el secuestrador está manejando con las ligaduras de los tobillos , desata las cuerdas hasta dejarle los pies libres, y lo mismo hace con las rodillas y la cintura, Diana no sabe que pensar hasta que un tirón la hace levantar, el hombre la hace andar hasta que en un gesto la detiene.
Se oye algo y con otro tirón la hace sentar ¿en el servicio? Entiende que desea que esté Cómoda así que se alivia y nota Cómo el secuestrador hasta la limpia, que considerado, y tira de la cisterna. Otro gesto y la pone en pie, le hace andar de vuelta a la cama, donde la tumba boca arriba.
Ahora nota que agarra el tobillo derecho, lo rodea con una cuerda y estira de ella ¿hasta atarla a una pata de la cama? Seguro porque lo mismo hace con el tobillo izquierdo y al final del proceso no puede juntar las piernas.
- ¿Y estabas abierta de piernas en la cama?
- Si, y además me quitó la mordaza.
Con un ademán resuelto, la cinta que sujeta la bola es soltada, por lo que Diana puede respirar por la boca y hablar. Puede chillar, pero ambos saben que no lo hará, ni siquiera ahora que puede, dice nada, espera.
Y la espera es breve, el secuestrador pasa sus manos por ella, son manos suaves que la estremecen de placer, empieza por la cara, el cuello y los hombros, para ir bajando poco a poco por sus senos, recorriendo las cuerdas que los rodean, parándose en sus ya erectos pezones y haciendo que ella exhale un suspiro de dicha.
Un poco más abajo, las manos del secuestrador se detienen en la cintura y las caderas de la mujer.
Ahora es algo cálido y húmedo lo que se acerca al sexo de ella, y recorre arriba y abajo la hendidura hasta quedarse en el extremo superior, donde se regodea.
Libre de la mordaza, Diana no puede evitar un sonoro jadeo cuando la lengua del secuestrador la lleva hasta una altura mayor que la alcanzada antes cuando estaba sola, su cuerpo se aquea cuanto puede, presa de espasmos de placer.
- ¿Te corriste otra vez?
-No, Ana, varias veces, pues me tuvo así un buen rato.
Unos minutos de reposo hacen que Diana se relaje y cese el runrún del placer anterior, ¿y el secuestrador?, pronto lo siente, pues parece que algo duro se presenta en su entrada más íntima.
De un golpe, y gracias al flujo de los orgasmos anteriores, su sexo es ocupado por entero por algo rígido pero blando, la está penetrando.
Por ello no puede evitar otro jadeo profundo, y más cuando el secuestrador se pone a bombear metiendo y sacando el elemento penetrador, al tiempo que se inclina para lamer los senos de la mujer. asta se ha abandonado y sólo siente que la están follando atada, y le gusta.
Tanto que en poco tiempo llega a otro orgasmo. -
¿Y él?
- Supongo que no, porque no le escuché que llegara.
El secuestrador saca su miembro del sexo de Diana, dejándola otra vez con la respiración entrecortada. Pero al cabo de un rato se sienta al lado del cabecero de la cama, inclinando la cabeza le da un beso largo y profundo, acompañado de juego de lenguas.
Al tiempo una de las manos se pierde en la entrepierna de la mujer.
- ¿Que sonó el teléfono otra vez? Ring, Ring, "Hola - dice el contestador- has llamado a casa de Beboña y Pedro, en estos momentos no estamos, si quieres deja un mensaje" "¡Diana! ¿estaís ahí?, acabo de llegar al hotel, contesta"
El secuestrador ha parado, descuelga el teléfono y lo acerca a la cabeza de ella. "Hola, Pedro" responde ella "¿Ya has llegado?" "Si, el vuelo bien.
Esta tarde no estabas" "Ya he escuchado el mensaje del contestador, es que me quedé con una amiga al salir del trabajo" "Qué lástima, podíamos haber aprovechado, ¿Qué haces?" "Nada, acababa de ducharme y estoy en la cama desnuda" Ella sabe que el secuestrador está a su lado, sosteniendo el teléfono, y quiere jugar con él.
"Hummm, se me ocurre que yo también me desnude y nos contemos cositas" Ella sabía que esa iba a ser la reacción de su novio, a ver ahora Cómo se las compondría el secuestrador.
"De acuerdo, jejeje" "Ya estoy desnudo" dice el teléfono tras un ratito.
"Yo me estoy tocando las tetas" Dice la mujer, el secuestrador, acto seguido se pone a magrearlas con la mano libre.
"Que rápido empiezas" Dice la voz del teléfono.
"Ahora me acaricio el vientre que tanto te gusta y me abro de piernas"
Mentira, es el secuestrador el que la acaricia el vientre, y las piernas están abiertas porque están atados los tobillos a las patas.
"Mmmm, yo tengo el rabo tieso y me lo estoy agarrando", "Pues ahora me meto un dedito en el coño, imagina que es el tuyo", Ya se sabe de quien es el dedo.
"Muévelo, que entre y salga, tocáte el clitoris", "Y tu dale fuerte a la zambomba"
La línea se queda callada, sólo se oyen ruidos de fondo y jadeos, en los dos lados. "Aaaahhhh" grita ella cuando el dedo del secuestrador la lleva otra vez a la cima del gozo.
"Ahhh!" contesta el teléfono. "¿Te ha gustado, Pedro?" "Mucho, ojalá estuviera contigo" "No te apures el domingo lo estarás", "Ya pero me sabe mal dejarte sola",
"No estoy tan sola, sabiendo donde estaís",
"Buenas noches Diana, te quiero"
"Buenas noches, llamame mañana".
El click del teléfono marca el fín de la comunicación. "
¿Te ha gustado, intruso?"
"Humm" dice una voz impersonal.
CONTINUARÁ. . .
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